Cualquier grupo de compra-venta o de noticias locales en las redes sociales se ha vuelto, casi por defecto, un muro de los lamentos digital. Un pozo en la calle, una luminaria quemada o la basura fuera de horario; todo se expone con la inmediatez de una foto y un texto cargado de indignación. Si bien esta práctica visibiliza problemas de forma rápida, también fomenta un ciclo de queja anónima y agresividad que rara vez conduce a una solución de fondo.
En respuesta a esta dinámica, el municipio de Catriel ha fortalecido una herramienta de gestión ciudadana a través de su portal web. La propuesta es simple: en lugar de un posteo efímero, el vecino puede generar un reclamo formal por autogestión. El sistema asigna un número de seguimiento y deriva automáticamente la solicitud al área correspondiente, transformando el enojo en un expediente administrativo.
Según explican fuentes de la gestión municipal, las ventajas son claras. Para el ciudadano, significa tener una constancia formal y la posibilidad de seguir el estado de su trámite. Para la Municipalidad, permite ordenar la demanda, medir tiempos de respuesta y, fundamentalmente, generar estadísticas. Estos datos son cruciales para detectar problemas recurrentes en ciertos barrios y planificar soluciones a mediano plazo, algo imposible de lograr a partir de comentarios sueltos en una red social.
Sin embargo, la plataforma aún no es de uso masivo. El principal obstáculo parece ser cultural. La viralización de una queja en redes ofrece una gratificación instantánea, una sensación de justicia colectiva, aunque no garantice resultados. El desafío para la gestión es doble: por un lado, comunicar eficazmente que el canal oficial funciona y es más eficiente; por otro, fomentar una cultura cívica que valore la construcción por sobre el escrache.
Esta encrucijada entre la participación digital espontánea y los canales institucionales no es un fenómeno exclusivo de nuestra ciudad. Desde Plottier y Neuquén hasta Roca o Regina, los municipios del Alto Valle enfrentan el mismo reto de encauzar la energía ciudadana. La apuesta de Catriel por robustecer su sistema es un paso concreto en una discusión que atraviesa a toda la región, buscando que la tecnología sirva para resolver problemas y no solo para amplificarlos.
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