Lo que para muchos era la promesa de una conexión a internet total y sin fronteras, se convirtió en una fuente de incertidumbre. Durante los últimos días, usuarios del servicio satelital de Starlink reportaron cortes e intermitencias en distintas localidades del país, incluyendo puntos de nuestra región como Catriel y 25 de Mayo. Si bien algunos vincularon las fallas al corte de energía del domingo, reportes locales e internacionales confirman que el servicio ya venía mostrando inestabilidad y que hubo caídas a nivel global.
El hecho disparó una pregunta fundamental que resuena con fuerza en el sur argentino: ¿qué pasaría si, ante una contingencia o una falla masiva de un proveedor privado y extranjero, no tuviéramos una alternativa soberana? La dependencia de una única empresa, cuyas decisiones y prioridades se definen a miles de kilómetros, deja al descubierto una vulnerabilidad estratégica para las comunicaciones de un país.
En este contexto, cobra especial relevancia un proyecto de ley impulsado en el Congreso por diputados de la oposición. La iniciativa busca declarar a la conectividad satelital como un servicio público esencial y estratégico, y proteger el rol de ARSAT como herramienta de soberanía. Según el texto del proyecto, el objetivo es “defender la conectividad en el sur argentino” y garantizar que el acceso a internet no quede librado exclusivamente a los intereses de corporaciones foráneas.
El debate de fondo trasciende a una marca o a una falla puntual. Se trata de definir qué modelo de desarrollo digital queremos. Por un lado, la agilidad y la innovación que proponen los actores privados; por el otro, la necesidad de un Estado presente que asegure equidad, acceso universal y resiliencia en su infraestructura crítica. No son necesariamente caminos excluyentes, pero exigen reglas claras que prioricen el interés nacional.
Para nosotros, en el corazón del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, esta no es una discusión abstracta. La conectividad es el motor de nuestra economía frutícola, del desarrollo de Vaca Muerta, de la educación en parajes rurales y de la vida cotidiana en nuestras ciudades. Los tropiezos de un servicio como Starlink son un recordatorio de que, si bien la tecnología abre puertas, una red soberana y robusta es el único piso firme sobre el que podemos construir nuestro futuro.
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