La principal meta del proyecto, según se desprende del texto enviado al Congreso, es alcanzar un superávit de 2,7 billones de pesos. Para lograrlo, se establece un gasto total de 148 billones, donde la mayor parte se destinará a servicios sociales y al pago de la deuda pública. La premisa es clara: el equilibrio de las cuentas del Estado se mantiene como la prioridad absoluta de la gestión.
Este objetivo fiscal se traduce en medidas concretas que impactan directamente en la estructura del Estado y en la vida ciudadana. El documento oficializa el congelamiento de vacantes en la administración pública, con contadas excepciones, y prevé ajustes en subsidios y jubilaciones. Además, se fijan partidas específicas para áreas sensibles como las universidades nacionales, aunque sujetas a estrictos controles de ejecución.
En el plano macroeconómico, las proyecciones del Gobierno dibujan un escenario de recuperación. Se estima un crecimiento del 5% del PBI, impulsado por un aumento del 4,9% en el consumo privado y un significativo 9,4% en la inversión. Estas cifras, de acuerdo a especialistas, representan una apuesta optimista a una reactivación económica tras un período de fuerte ajuste.
Para la gente de a pie, dos de las variables más consultadas son la inflación y el dólar. El Presupuesto 2026 proyecta una inflación anual del 10,1%, un número que implicaría una drástica desaceleración respecto a los niveles actuales. A su vez, se prevé un tipo de cambio oficial de 1.423 pesos para fines de ese año, un dato clave para la planificación de empresas y familias.
Desde nuestra perspectiva en el norte de la Patagonia, estas proyecciones nacionales se leen con atención y cautela. La reducción de transferencias a las provincias, implícita en el ajuste, podría afectar la obra pública y los servicios en Neuquén y Río Negro. Por otro lado, un dólar competitivo y un aumento de las exportaciones del 10,6% serían noticias positivas para la fruticultura del Alto Valle y para el desarrollo de Vaca Muerta, dos motores de nuestra economía regional. El desafío, como siempre, será equilibrar las grandes metas fiscales con las necesidades concretas de nuestra gente.
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