La confirmación llegó a través de un mensaje del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, quien detalló que Washington está dispuesto a intervenir con herramientas concretas. Entre las opciones mencionadas se encuentran líneas de intercambio de monedas, la compra directa de divisas e incluso la adquisición de deuda soberana argentina, según lo publicado por el funcionario en la red social X.

Este explícito espaldarazo no es casual. Ocurre mientras el gobierno de Javier Milei enfrenta una severa corrida cambiaria, agravada, según reportes, tras la derrota electoral del oficialismo en las legislativas de la provincia de Buenos Aires a principios de mes. La presión sobre el peso y la desconfianza en los mercados de deuda habían puesto al programa económico en una situación de extrema fragilidad.

El anuncio se enmarca en un claro alineamiento ideológico y geopolítico. Bessent calificó a Argentina como un “aliado sistemáticamente importante” y reafirmó la confianza de la administración de Donald Trump en las reformas de Milei. La sintonía se sellará con una reunión entre ambos presidentes el próximo martes en Nueva York, al margen de la Asamblea General de la ONU.

Para el gobierno argentino, que recientemente eliminó las retenciones a las exportaciones de granos en un intento por atraer dólares, la oferta estadounidense funciona como un balón de oxígeno. Este posible préstamo del Tesoro se suma a la línea de crédito ya vigente con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero representa un apoyo mucho más directo y político por parte de su principal socio estratégico.

Desde el Alto Valle, la noticia se recibe con una mezcla de cautela y expectativa. Una eventual estabilización del dólar impactaría directamente en los costos de insumos importados, vitales para la producción frutícola y la industria hidrocarburífera de Neuquén y Río Negro. Sin embargo, queda por ver si este respaldo es suficiente para calmar las aguas de fondo y a qué costo político y de soberanía se ata el futuro del país.

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